La limpieza facial es uno de los pasos más importantes (y muchas veces subestimado) en cualquier rutina de cuidado de la piel. No importa si usas maquillaje o no, o si tienes una piel grasa, seca o sensible: limpiar correctamente tu rostro mañana y noche es fundamental para mantenerlo sano, luminoso y preparado para recibir los tratamientos posteriores.
Cuidar nuestra piel no es solo cuestión de estética, es una forma de bienestar y de autocuidado. Dedicar unos minutos cada día a limpiar y mimar el rostro no solo mejora su aspecto, sino que también nos conecta con un momento de pausa y atención personal en medio de la rutina. La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y refleja cómo nos sentimos por dentro: estrés, cansancio, malos hábitos o falta de cuidados se traducen rápidamente en falta de luminosidad, textura irregular o incluso problemas como granitos y rojeces. Por eso, entender y practicar una correcta rutina de limpieza facial es mucho más que aplicar productos: es un gesto diario de salud y de cariño hacia nosotrxs mismxs.

Primer paso: limpiar para eliminar impurezas
A lo largo del día, la piel acumula impurezas como polvo, polución, restos de maquillaje, sudor y sebo. Por la noche, limpiarla es fundamental para evitar que los poros se obstruyan y aparezcan imperfecciones; por la mañana, sirve para retirar los residuos producidos durante la noche y preparar la piel para la hidratación y el maquillaje.
En esta etapa, productos suaves como la leche limpiadora de rosas (ideal para todo tipo de piel) o la leche limpiadora de azuleno (especialmente indicada para pieles sensibles) ayudan a arrastrar las impurezas sin agredir ni resecar. Estos limpiadores, con texturas agradables y aromas delicados, aportan además una primera sensación de confort a la piel.
Segundo paso: tonificar para equilibrar y refrescar
Después de limpiar, muchas personas se saltan el paso del tónico… ¡pero es esencial! El tónico ayuda a equilibrar el pH de la piel, eliminar los restos que puedan haber quedado tras la limpieza, cerrar los poros y preparar el rostro para recibir los siguientes productos (como sérums y cremas).
El tónico de rosas es perfecto para pieles normales y secas, aportando frescura y suavidad, mientras que el tónico hidratante de azuleno calma y aporta hidratación, ideal para pieles sensibles que se enrojecen con facilidad.

La clave para una piel sana y bonita no está solo en los tratamientos o cremas, sino en mantener una limpieza constante y adecuada. Una buena rutina de limpieza y tonificación, realizada cada mañana y noche, te garantiza una piel más receptiva, equilibrada y luminosa.